Aunque afecta a los deportistas y, más concretamente a los corredores, esta dolencia aumenta durante la época estival debido al uso continuado del calzado propio de la época: chanclas y sandalias planas y sin sujeción.
A lo largo del año, el pie está bien sujeto, además de apoyado y amortiguado; sin embargo, con la llegada del calor se produce un uso excesivo de chanclas y calzado poco sujeto que hace que la fascia del pie realice un trabajo extra cuando el arco plantar pierde el apoyo.
Esto se traduce en un dolor que comienza en el talón y que se puede extender hasta los dedos por lo que el simple hecho de caminar se puede convertir en una misión imposible
El uso de las chanclas, no sólo es responsable directo de esta lesión, sino también de otras dolencias como son las lesiones en los tobillos, la tendinopatía en el talón de Aquiles o los esguinces. Este tipo de calzado está indicado para su uso en la piscina y en la playa y evitar así tanto hongos como quemaduras en la planta del pie pero, cada vez más, se emplea de forma continuada durante todo el día provocando los consiguientes problemas.
Lo mejor es utilizarlas en su justa medida y decantarnos por calzado de verano anatómico que evite las suelas planas sin consistencia y que, sobre todo, ofrezca un buen apoyo plantar. Lo ideal es que sujeten sin que los dedos tengan que hacer un sobreesfuerzo por agarrar la chancla.
Caminar descalzo por la playa también favorece este tipo de lesiones debido a la consistencia que ofrece la arena, y que por ello, nos requerirá un sobreesfuerzo muscular mayor de toda la cadena posterior.